Los rebeldes ponen Abú Dhabi en su objetivo ante los avances progubernamentales con apoyo de la coalición
MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) –
El aumento de los combates en la provincia yemení de Marib (centro), así como los recientes ataques perpetrados por los rebeldes huthis contra territorio de Emiratos Árabes Unidos (EAU), amenazan con una nueva expansión del conflicto ante los infructuosos esfuerzos internacionales para llevar a las partes a la mesa de negociaciones.
Marib es escenario de una ofensiva de los huthis –un grupo llamado oficialmente Ansar Alá y respaldado por Irán– desde febrero de 2021, en un intento de los rebeldes por arrebatar a las autoridades recocidas internacionalmente su único bastión más allá de la franja sur del país.
La ofensiva, que permitió a los huthis lograr avances durante los primeros meses, se estancó posteriormente en las líneas de frente, sin que lograran entrar en la capital, mientras que una contraofensiva progubernamental respaldada por la coalición internacional ha cambiado las tornas sobre el terreno.
Así, la Brigada Gigantes, apoyada por EAU, logró en enero tomar el control de la totalidad de la provincia de Shabua (sur) y penetrar en Marib desde el sur, forzando a los huthis a una retirada hacia el norte tras una intensa campaña de bombardeos de la coalición encabezada por Arabia Saudí.
Durante el mes de enero, la coalición publicó diversos balances sobre la muerte de “miles” de combatientes de Ansar Alá en el marco de los bombardeos, destinados a dar cobertura a las tropas leales al presidente reconocido internacionalmente, Abdo Rabbu Mansur Hadi, y preparar el terreno para la contraofensiva.
La provincia de Marib tiene importancia estratégica, dado que además de ser el último bastión del Gobierno en el centro del país contiene importantes reservas de petróleo que darían un impulso significativo a los huthis en caso de lograr hacerse con su control.
En este sentido, el ministro de Exteriores yemení, Ahmad Auad bin Mubarak, alertó en noviembre de que la toma de Marib por parte de los huthis derivaría en un ahondamiento de la crisis humanitaria y supondría dar carpetazo a la posibilidad de lograr un acuerdo político al conflicto.
Esta situación llevó a la coalición a anunciar el 11 de enero el inicio de una nueva ofensiva militar en todos los frentes contra los huthis en Yemen, ‘Libertad para un Yemen Feliz’, con el objetivo de “purificar” el país, tras el espaldarazo obtenido con los avances en la provincia de Shabua.
EL PAPEL DE EAU
Los avances de las Brigadas Gigantes en Shabua encontraron respuesta en un ataque ejecutado por los huthis con drones y misiles balísticos contra la capital de EAU, Abú Dhabi, que se saldó con al menos tres muertos y seis heridos.
Este ataque, el primero contra territorio emiratí desde el inicio de la guerra en 2014, se ha visto seguido por otros ataques contra EAU y contra posiciones militares emiratíes en el sur de Yemen, donde Abú Dhabi respalda también a los separatistas del Consejo de Transición del Sur (CST). Así, el portavoz de operaciones militares de los huthis, Yahya Sari, aseguró que los rebeldes habían atacado un edificio desde el que EAU coordinaba las operaciones en Shabua.
Sin embargo, las autoridades emiratíes han denunciado estos ataques y el embajador de EAU en Washington, Yusef al Otaiba, llegó a afirmar a finales de enero que el país “ha dejado hace mucho la guerra en Yemen”.
El Ejército emiratí retiró sus tropas de Yemen en 2019, si bien desde entonces ha seguido armando y entrenando a milicias opuestas a los huthis. Asimismo, durante las semanas previas habían surgido informaciones sobre un aumento de los esfuerzos emiratíes en apoyo a la Brigada Gigantes y otras milicias asociadas para voltear la situación sobre el terreno, lo que fue citado por los huthis entre los motivos de sus ataques.
Pese a ello, durante los últimos años EAU ha protagonizado a cabo un giro de sus políticas que le han llevado a establecer lazos diplomáticos con Israel y también a intentar protagonizar un acercamiento con Turquía e Irán para intentar estabilizar la situación regional.
Elana DeLozier, del ‘think tank’ The Washington Institute for Near East Policy, recordó que la Brigada Gigantes tuvo un papel clave a la hora de arrebatar la costa oeste de Yemen a los huthis y agregó que había sido desplegada en Shabua “como parte de lo que parece una estrategia conjunta saudí-emiratí”.
“Sus éxitos en el campo de batalla aparentemente han provocado a los huthis, que eligieron responder directamente contra EAU en su territorio, en un probable intento de alejar de nuevo a los emiratíes de los combates”, afirmó en un artículo publicado en enero.
Los ataques contra territorio emiratí suponen abrir así un nuevo frente, al tiempo que implicaron una amenaza directa para intereses y personal estadounidense en la región, lo que llevó a Washington a anunciar el envío al país de un destructor y varios cazas.
Uno de los ataques en enero tuvo contra objetivo la base militar de Al Dhafra, en los alrededores de Abú Dhabi, que acoge a cerca de 2.000 militares estadounidenses para operaciones aéreas en la región, incluidas las llevadas a cabo contra el grupo yihadista Estado Islámico.
The Soufan Center, el centro de estudios que dirige Ali Soufan, un antiguo agente del FBI y que fue de los primeros en investigar a Al Qaeda y a su histórico líder, Usama bin Laden, recalcó que estos ataques “interrumpieron los esfuerzos de Estados Unidos durante los últimos años para redesplegar algunas fuerzas y equipamiento fuera del Golfo para pivotar hacia otras amenazas por parte de Rusia y China”.
AUMENTO DE LAS VÍCTIMAS CIVILES
El ataque contra Abú Dhabi se vio seguido además de una serie de bombardeos contra Saná y otros puntos del país que alcanzaron un edificio de comunicaciones en Hodeida (oeste) –dejando sin Internet al país durante una semana– y una prisión en la provincia de Saada (noroeste) que causó más de 90 muertos, mientras que Oxfam dijo el 8 de febrero que cerca de 100.000 personas se han visto desplazadas a causa del repunte de los combates.
Así, la organización no gubernamental Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) ha alertado de que el número de víctimas civiles se ha duplicado desde que Naciones Unidas puso fin a su tarea de observación en octubre de 2021.
La ONG ha resaltado que en los cuatro meses previos al fin de esta misión, 823 civiles murieron o resultaron heridos en la guerra, mientras que en los cuatro meses posteriores esta cifra ha aumentado a 1.535, según datos del proyecto de Supervisión de Impacto Civil.
“Durante este mismo periodo, una cifra 39 veces mayor de víctimas civiles fueron causadas por bombardeos”, ha subrayado, después de que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU rechazara renovar el mandato de este grupo de expertos, el único mecanismo internacional e independiente para supervisar la situación de los Derechos Humanos en el país.
La directora del NRC en Yemen, Erin Hutchinson, ha lamentado que “la retirada de este crucial organismo de investigación de Derechos Humanos ha devuelto a (una situación de) violaciones horribles y no controladas”. “¿Quién es responsable de la muerte de estos niños y familias? Probablemente nunca lo sabremos, porque no hay ninguna supervisión independiente, internacional e imparcial sobre la muerte de civiles en Yemen”, ha criticado.
Por ello, ha reclamado a los estados miembro de la ONU que “restauren” este organismo “para garantizar que las partes en conflicto dejan de cometer graves violaciones del Derecho Humanitario con impunidad”. “Si nadie hace rendir cuentas a los responsables, los civiles seguirán muriendo a miles y seguirán siendo los más golpeados por el repunte del conflicto”, ha remachado Hutchinson.